Desde los tiempos del Emperador Constantino se llevó al puerto de Palos, del cual zarpó el descubridor, una imagen de María (Año 333) y se colocó en una iglesia.
Antes de embarcarse, los que iban a partir en las tres carabelas, se postraron a los pies de la imagen de la Virgen de los Milagros en el Monasterio de Rábida, y cuando zarpaban entonaron la "Salve, Regina", también en honor a la virgen.
El culto fue trasmitiéndose y Fray Cipriano de Utrera llega a afirmar que en Santo Domingo se utiliza el título de La Altagracia para venerar a la Virgen.
Sin embargo, al fundarse la Villa de Salvaleón de Higüey por Juan de Esquivel en el año 1506, es cuando se da a conocer una imagen que se corresponde con la "Virgen de la Altagracia".
El canónico Alcocer, en 1650, atribuye la introducción a la Isla de la devoción a la Virgen de la Altagracia a los hermanos Antonio y Alonso de Trejo, éste último, alcalde de Higüey entre 1508 y 1515. Para esa época se construyó el Primer Santuario Mariano de America y se colocó la imagen, que posteriormente fue trasladada a la parroquia en el 1512.